Trujillo, Huanchaco y Chan Chan, joyas del Norte peruano

Salimos de Lima a las 23:00h destino Trujillo. Recorrimos las 8 horas de trayecto entre ambas ciudades durmiendo como lirones, gracias a la compañía Oltursa, que tiene buses-cama reales, es decir, el asiento se reclina hasta 180°. Llegamos a Trujillo como nuevos ! 

Habíamos reservado habitación por Booking en el hostal B&B Orrego. Nos equivocamos. Solo llegar, ya nos dimos cuenta de que estaba demasiado apartado del centro, y la gerente nos dijo, además, que ir andando al centro desde allí, no era demasiado peligroso…eh, perdona? Por tanto, decidimos mudarnos. La gerente, de nacionalidad francesa, nos cobró la noche por política de cancelación y nos llamó un taxi. Mientras, ya habíamos ojeado 2 o 3 hostales. Pedimos al taxista que nos llevara al primero de nuestra lista: Residencial Munai Wasy. Llegamos y llamamos al timbre del hostal (en Perú, la mayoría de alojamientos tiene la puerta de la calle cerrada) y nos abrió la dueña. Su simpatía y naturalidad nos conquistaron. El hostal es la casa de la señora, Carmela. Es una casa colonial que ha acondicionado para poder tener el hostal y mantener su hogar e intimidad al mismo tiempo. Eso si, el día que te recibe lo hace en el salón de su casa. Pero lo mejor, es que Carmela, además de darte unas buenas habitaciones, uso de cocina y baños impolutos, te da trucos para que aproveches al máximo la estancia en Trujillo y sus alrededores de la manera más económica. Si, si, ahora lo compartimos!

Bueno pues, después de instalarnos en nuestra habitación decidimos ir a Huanchaco. Es un pueblo de playa que está a unos 20 minutos en micro ( furgoneta que hace de bus) desde Trujillo. La línea es la Huanchaco B y se toma en la Av. España / Colón.  Este tipo de transporte se suele pagar al final del trayecto. Llegamos a Huanchaco y paseamos todo el malecón viendo como la gente disfrutaba del sol, la arena y el agua, las olas rompiendo en la orilla, el muelle de madera adentrándose en el océano y los famosos caballitos de tótora (canoas de pescadores que están pensadas para surcar las olas sin problemas y suelen tener un mes de vida) que imprimen carácter al lugar. Tras el paseo, se nos había abierto el apetito y Carmela nos había recomendado un restaurante que a su vez es hostal: el My Friend. Preguntamos, llegamos y comimos uno de los mejores arroces con marisco de nuestras vidas. Después de comer, nos tumbamos debajo de una palmera e hicimos la siesta con el rumor del Pacífico de fondo. Para volver a Trujillo se toma la misma línea de micro en el malecón. Por la noche, fuimos a cenar a La Casona (Junín/San Matín) que ofrece menús muy completos desde 6 soles.

Al día siguiente, fuimos a visitar las ruinas de Chan Chan. Es un conjunto arqueológico hecho de barro y pertenece a la Cultura Chimú. Para llegar hay que tomar la misma línea, la Huanchaco B, y avisar que bajas en las ruinas. Después hay que andar como un kilómetro hasta llegar a la entrada.  Las ruinas son una maravilla y las disfrutas prácticamente en soledad.

Por la tarde, salimos a conocer Trujillo, a pasear por sus calles y estuvimos contemplando el ritmo de la ciudad sentados en un banco de la Plaza de Armas. Trujillo es una ciudad colonial, hermosa y tranquila. Y entrada la tarde, se nos antojó un dulce. Hay una dulcería típica en Jr. San Martín, Dulcería Doña Carmen. Sus pasteles son una delicia. De hecho al día siguiente repetimos.

Nuestro último día en Trujillo lo pasamos entre descanso y paseo. Visitamos una casona que se encuentra en la calle Pizarro. Como es de la Fundación BBVA, es de acceso libre…el resto son de pago.

Ya bien entrada la noche, a la 01:30h tomamos nuestro bus destino Piura. Última parada en Perú antes de cruzar la frontera!